Hace tiempo, uno de mis clientes me enseñó una frase que me ha marcado positivamente en la vida:
“Todos en algún momento de nuestras vidas somos como vagabundos”
Esta frase se refiere a que en algún momento de la vida, cada uno de nosotros hemos “perdido el rumbo”, así como un vagabundo anda deambulando por las calles sin un destino, así puede llegar a pasar en nuestras vidas.
Vamos a las reuniones con clientes, a hacer el súper, a pagar algún servicio o tenemos llamadas por teléfono y por Zoom, estamos ahí, físicamente presentes, pero en el interior se siente como un vacío, un sin sentido.
¿Te ha pasado?, lo más probable es que sí, pero nos da pena o miedo admitir.
Después de todo, nadie nos ha enseñado a cómo gestionar nuestros estados mentales y emocionales.
A veces creo que se nos olvida que antes de ser emprendedores, empresarios o dueños de negocio, somos seres humanos, con problemas comunes de la vida diaria.
En algunas ocasiones esos problemas “comunes” nos llevan a ese estado de «vagabundo».
No es negativo estar en este estado, al contrario, es una gran oportunidad para re-construir el sentido de la vida.
La vulnerabilidad nos proporciona la mayor fortaleza cuando la permitimos tocar y salir a la luz.
He escuchado tantas veces esa frase: “el trabajo fue mi mayor terapia”, yo misma la he dicho cuando me he sentido “perdida”.
El trabajo de alguna forma proporciona estabilidad, enfoque, disciplina.
¿Qué pasaría si tu trabajo potencializa tu sentido de vida? ¿Consideras que sea posible? ¿Cómo visualizas ese escenario?
En algún momento lo he logrado experimentar, logré pasar de un estado vagabundo a un estado de sentido de vida potencializado por mi emprendimiento.
Quizá, tú lector, me logres comprender, a veces el trabajo se vuelve respiro de oxígeno en situaciones asfixiantes de la vida.
¿Has experimentado el estado mental de «vagabundo»?